31.12.09

18.12.09

yo no le veo el chiste

Primer Acto – La Gran Familia Mexicana

“Me contaron un chiste bien cagado”, dice Pepito un milisegundo antes de que su madre divorciada le propine un chingadazo por grosero. "Ya te he dicho que en la comida no se habla de caca. Y menos con la boca llena.” Pepito pospone su chiste y examina un feto de camarón sobre el fondo de poliuretano de la sopa Maruchan. “¿No estás oyendo?”, añade la madre. “Ey”, rezonga Pepito. “Pos entonces contéstame, pendejo.” La madre divorciada se levanta de la silla y se dirige a la despensa, arrastrando lo que muchos catalogan como un chico culote a pesar del patente contrasentido semántico. Dónovan, el típico púber, pacheco y chaquetero, se la cura de Pepito. Su risa manchada es una reacción autómata, una secuela hereditaria de la lobotomía nacional imputada al doctor Cándido Pérez. Dónovan, por cierto, es el hermano de Pepito. En realidad, es el medio hermano de Pepito, aunque esto nomás lo sepan el padre ausente, la madre divorciada, su comadre Teresita, el marido de su comadre Teresita, las hermanas y los maridos de las hermanas de su comadre Teresita, las amigas y los maridos de las amigas de su comadre Teresita, las hermanas y los maridos de las hermanas de las amigas de su comadre Teresita… Yoselín, la media hermana mayor, una manflora anoréxica y ponketa, mira a Pepito de soslayo y tuerce los labios morados, como la más perra de la telenovela, sin dejar de menear el TVnotas con el que se abanica las uñas recién pintadas de verde metálico. Pepito le arrima un puntapié por debajo de la mesa. “Para que te vayas a burlar de tu puta abuela.” La abuela descojona a Pepito con una mirada filosa. Dónovan se imagina las chichis de la abuela y se afana en arponear con el tenedor un chícharo deshidratado de la sopa Maruchan. La madre divorciada regresa de la despensa con una botella vacía. “¿Quién carajos se chingó la cocacola del abuelo?” Pepito ahoga un eructo. “¿Fuiste tú, pendejo?” Yoselín tuerce los labios morados. “¿Pos qué no están viendo que a su abuelo se le va la pensión en medicinas para la colitis y que apenas le alcanza para sus cocacolas?” Se impone un gélido silencio. El abuelo se tira un pedo que rompe el hielo. Dónovan suelta una risa autómata. El resto lo imita. Y Pepito aprovecha el momento de relajación general para retomar su chiste con esta pregunta: “¿Ya saben por qué los mexicanos somos tan pendejos?”

Segundo Acto – La Aguja y el Camello (Narcocorrido)

El obispo se dirige a Jesús: “En el juego como en la vida, mi querido Chuy, la clave es mantener las bolas en fairway y atacar los hoyos en el momento adecuado.”

El prelado es Onésimo Cepeda, el juego es el golf y Jesús es el caddie.

Desde el tee de salida, a 2,800 metros sobre el nivel del mar, el obispo de Ecatepec contempla el reino de Dios: Bosque Real Country Club, 18 hoyos categoría PGA, tres lagos artificiales y la Casa Club más grande del mundo, con 33,000 metros cuadrados. Como reza el brochure, Bosque Real te ofrece la oportunidad de vivir en el primer mundo. “Y eso, mi querido Chuy, aquí en Huixquilucan ¡es todo un milagro!” El obispo extiende la mano y Jesús le alcanza una madera Prestige de titanio. “¿Un regalo de Dios, Su Excelencia?” “Bueno, a 125,000 dólares la membresía, digamos que es casi un regalo.” Jesús no parece convencido. “Mira Chuy, Bosque Real pagó a 60 pesos el metro cuadrado de ejido en San Cristóbal. Y ahora cada metro se cotiza en 1,200 dólares. ¿Apoco eso no está más chingón que la multiplicación de los panes?” “Como Usted diga, Monseñor.” “A güevo, que la gallina fue antes que el huevo. Génesis 1,20-22.” El prelado extrae una pelotita Adidas Maxfli BlackMAX del bolsillo de su chamarra Tommy Hilfiger y la coloca sobre el tee. Back-swing. “¡Bolaaa!” Swing. Un slice con efecto a la derecha, directo al búnker de arena. “¡Me zurro en la puta madre de Dios!”, se lamenta el prelado. Jesús se queda patitieso. “¿Y tú qué chatito, a poco eres muy santo?”, remata el obispo mientras se trepan al carrito de golf, un Escalade de 15,500 dólares. Mientras cruzan el campo, Jesús intenta serenar al obispo. “Mire nomás qué bonito se ve el pasto, don Onésimo.” “Pasto, donde cagan los perros. Esto se llama césped, pendejo. Una combinación de tres tipos de ryegrass. Irrigación por satélite. 1,500 aspersores controlados por computadora.” El prelado mira en dirección opuesta. Más allá de Bosque Real, después de la avenida Jesús del Monte, al mero fondo, aferrados a la barranca de Hueyatlaco, sin agua ni drenaje, se pierden los hacinamientos populares de La Navidad y San Fernando. El obispo besa su crucifijo de oro macizo, regalo del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. “Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el reino de los cielos. Lucas 6,20.” Mientras tanto, Jesús trata de recordar algún buen chiste que anime al Señor Obispo. Monseñor reflexiona, “Si al cardenal lo mataron porque confundieron su Grand Marquis blanco último modelo con otro igualito propiedad de El Chapo, entonces, ¿quién tenía el gusto de quién? ¿El narco del cardenal o el cardenal del narco?” Justo en ese instante Jesús lo interrumpe con otra pregunta: “¿Ya sabe, Su Excelencia, por qué los mexicanos somos tan pendejos?”

Tercer Acto – Como usted lo pidió: La Hora Nacional en 3 Minutos

Arranca el Himno Nacional, ininteligible, pedante y anacrónico. La mayoría de los radioescuchas apaga la radio. Se escucha la voz de El Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón Hinojosa. Ahora sí, no queda una sola radio encendida:

Pueblo de México, me dirijo a todos ustedes para compartir un MENSAJE DE OPTIMISMO Y ESPERANZA EN VISPERAS DEL APOCALITZIN, y para hacer de su conocimiento el PLAN NACIONAL PARA LA PRESERVACION DE LA ESPECIA DURANTE EL CICLO DEMONIACO DE LA DIOSA MADRE COYOLXAUQUI.

Como algunos bien sabemos y otros nos atrevemos a sospechar en ausencia de tachas, nuestro hermoso Planeta Azul anda valiendo tinga y tarde o temprano (para ser exactos, como al cuarto para la media), nos va a cargar la chingada. La culpa la tienen, primero Dios, por permitirle a un primate depredador y ojete tomar las riendas de la cadena evolutiva, y segundo los delfines, por hacerse los pendejos. Y aunque ambos estén recibiendo ya su merecido, esto, Señoras y Señores, no tiene vuelta de hoja y no hay nadie que lo pare. Nos cargó la ñonga. Ni modo. Así está el pedo. Y ahora la mala noticia. Lamento decirles que este proceso de depuración cósmica, además de irreversible, violento y despiadado, habrá de ser terriblemente doloroso. Basta recordar, queridos ciudadanos, que la diosa Coyolxauqui no se anda con mamadas. Con decirles, ya en plan de chisme, que anoche mismo, después de cenar machaca, tuve otro de mis perturbadores sueños proféticos. Ya se me olvidó casi todo, pero salía una niña zombi tragándose una torta de rata. De cualquier manera, fue un espectáculo poco recomendable. Se los puedo asegurar. Pero gracias a esta visión he podido comprender a cabalidad el significado último de las Primeras y Segundas Ruedas Proféticas del Chilam Balam de Chumayel. Ahora bien, desde que comenzaron a dejarse venir las primeras señales del desvergadero planetario, he sido testigo de los más conmovedores intentos de salvación personal. Algunos se han evadido en los llamados “paraísos artificiales”, como las drogas de diseño, la música ligera o la madre biológica. Otros, más clavados, nos vemos inmersos en la política, como si el enfermo terminal necesitara una cirugía plástica de urgencia. No faltan los cínicos. Ni los mensos. Están también aquellos que han intentado refugiarse en las comunas jipis de la ribera de Chapala, pasando felizmente por alto que donde hubo un lago apenas queda un gigantesco charco de caca. Y no falta el que apostándole al absurdo, ha pensado que la solución para un planeta devastado está en seguir trayendo chiquillos al mundo, para garantizarles su dotación de horrores venideros. Bendito Dios Santo, hasta este Humilde Siervo de la Nación, ha llegado a pretender que bastaba ratificar el Protocolo de Kyoto para tapar con un dedo el agujero de la capa de ozono. Pero no os acongojéis, pueblo mío, y escuchadme con atención: No todo está perdido. He meditado en sincronía con los Grandes Iniciados y cuento ya con un Plan Nacional para la Preservación de la Especie. El plan es el siguiente: 10 y sólo 10 elegidos, tomados al azar de la lista nominal del padrón electoral, viajarán en fecha próxima al asteroide
B-612, donde formarán una colonia en armonía con las Leyes Universales y los Preceptos Estelares de los Poetas Muertos. Por razones obvias, el grupo deberá estar conformado por cinco parejas heterosexuales, católicas y apostólicas, en pleno uso de sus facultades reproductivas. Señores y Señoras, el sorteo queda abierto. Se cierran las puertas. Hagan sus apuestas. La suerte está echada. ¡Viva México! ¡¡Viva México!! ¡¡¡Viva México!!!... Y hablando de México: ¿Ya saben por qué los mexicanos somos tan pendejos?

(Se repite todo desde el principio)

Luis Usabiaga ©